Como a los coches clásicos de lujo, al Barça le cuesta ponerse a tono y de inicio le cuesta tener punta de velocidad, pero cuando las piezas se engrasan bien y al final el auto funciona, donde esté un clásico que se quiten los últimos modelos. El Inter salió al Camp Nou como una moto y dejó retratado a un Barça que vivió una pesadilla en la primera parte. Parecía que el deportivo italiano atropellaba al clásico culé, pero en cuanto el mecánico Vidal salió al campo para ajustar las piezas, fue el Barça quien pasó por encima del Inter remontando (2-1) un partido que se había puesto muy cuesta arriba y que deja claro que Messi y Suárez vuelven a las andadas.
Cuesta encontrar una explicación a un equipo que durante 45 minutos fue un juguete en manos de un Inter que perdió la oportunidad de sentenciar en la primera parte y que acabó ejecutando una carga feroz ante unos italianos groggys en la lona.
De salida, el Inter atropelló a un Barcelona que salió pánfilo en defensa y sin profundidad en ataque. La ausencia de Junior, el enésimo lesionado de este arranque de Liga, obligó a montar una banda izquierda con Griezmann y Semedo. Ninguno de los dos se siente cómodo ahí y el Inter apenas tuvo que preocuparse de ese flanco hasta la salida de Dembélé ya avanzada la segunda parte.
Si en ataque el Barça empezó previsible y aburrido, en defensa era una película de terror. Las salidas a la contra del Inter liderados por un Sensi magistral hacían sangrar al Barça. De hecho, en el segundo minuto de partido, el Inter cumplió con la tradición de la mayoría de equipos que se enfrentan al Barça y ya había marcado en una jugada en la que Piqué midió mal una anticipación y que luego Lenglet no pudo corregir porque le pasó por al lado un caballo desbocado que atiende por Lautaro Martínez.
El delantero argentino fue una pesadilla constante para la zaga blaugrana, donde sólo Ter Stegen evitaba un destrozo mayor al sacar una mano imposible a un cabezazo del delantero interista.
Pero más allá de las jugadas de peligro, lo peor era la sensación de que el Inter tenía el pie en el cuello del Barça. Porque el 0-1 del final del primer tiempo fue la mejor noticia para un Barça que dejó muy malas sensaciones.
La entrada de Vidal, clave
Ante grandes problemas, soluciones audaces pensó Valverde, que retiró del campo a Busquets y dio entrada a Arturo Vidal con la idea de agitar la coctelera. El peligro es que con el chileno en la fórmula, uno no sabe si sale un dry-martini o nitroglicerina. Esta vez salió una combinación de ambos, porque a un pase suyo Suárez sacó un cañonazo de volea desde la frontal del área que sacó al Barça de la depresión en la que estaba sumido.
A los blaugrana les quedaba media hora para arreglar la imagen que habían cultivado durante 60 minutos. Para cargar más el cóctel, el técnico del Barça decidió jugársela y dio carrete a Dembélé en lugar de Griezmann, mientras el Inter daba un paso atrás. El Barça parecía otro equipo, contagiado del espíritu de Vidal y empezó a asustar al Inter. La carga blaugrana de los últimos 20 minutos fueron los mejores minutos de fútbol de esta temporada que culminaron con el segundo gol de Suárez tras enorme jugada de Messi, que sí, que ha vuelto.